La obesidad es una enfermedad que pareciera fácil de tratar. En cada esquina encontramos alguien que vende un nuevo tratamiento, la vecina tiene un consejo ideal, la tía sabe donde venden pastillas, sabe preparar licuados, tu mejor amiga te aconseja lo que leyó en una revista. Al final después de intentar todos los tratamientos solo seguimos en frustración y nos damos cuenta de que es una patología muy complicada.

Es muy frecuente que el paciente acuda al médico para saber que ésta pasando en su organismo que ha provocado ésta enfermedad y se la atribuya a un desorden del metabolismo, las hormonas, el embarazo, los medicamentos, la herencia o una serie de factores que el paciente considera que se encuentran fuera de su control, ya que la historia de obesidad por la que el paciente ha transitado se encuentra llena de intentos que han terminado en grandes frustraciones y “rebotes” lo que traduce que el paciente no logra mantener conductas sanas que lo lleven a la pérdida de peso o mantenimiento del mismo.

A menudo observamos que los médicos y el personal de salud caen en éste juego por la misma frustración de no saber enfrentarse a los pacientes y den respuestas que reafirman al paciente que su problema tiene que ver con que algo está fallando en su organismo o que la misma dieta no es la adecuada para ellos.

Primero es importante dejar la idea clara de que, aunque existen muchos estudios que nos hablan de cómo contribuyen distintos factores a la génesis de la obesidad, al final la conclusión es que ésta es el resultado del exceso de ingesta de calorías y así es importante desmitificar que se debe a todos los otros factores antes mencionados.

Dejando esto atrás primero tenemos que identificar ¿cómo estamos comiendo?, tengo muchos pacientes que me dicen que no comen mucho, pero ¿sabemos cuánto es mucho? Les aseguro que cualquier porción de restaurante ya es más de la porción normal, no es necesario asaltar un refrigerador o comerse una pizza completa para tener un exceso de consumo de calorías. Hay que empezar a fijarse en nuestra ingesta calórica.

La siguiente pregunta sería ¿porqué como en exceso?. Es ahí donde la psicopatología es un factor contribuyente importante en la ingesta excesiva de los pacientes con obesidad.

Existe evidencia científica de que los trastornos psiquiátricos en pacientes con obesidad tienen una alta prevalencia. Siendo los más frecuentes el trastorno depresivo mayor, los trastornos de ansiedad y el trastorno por atracón.

Las emociones nos pueden empujar a comer como el estar ansioso, estresado o inquieto o también cuando estamos deprimidos o enojados. También cuando nuestro estado emocional no anda bien podemos dejar nuestra salud de lado y dejar de preocuparnos por lo que comemos o por estar preocupados todo el día o tristes estar comiendo de manera inadecuada. Es ahí donde nos es imposible no comer en exceso.

Otro problema psicológico común es el trastorno por atracón, que consiste en perder el control con la comida, comer más de lo planeado, comer hasta sentirse incómodamente lleno y después sentirse culpable.

Éstos problemas se convierten en una piedra en el camino en la pérdida de peso y aunque quiera apegarme a mi plan de alimentación me resulta imposible, haciendo mi meta de peso cada vez más lejana y convirtiendo el camino de la pérdida de peso en frustración tras frustración haciéndome sentir que no importa que tan motivado esté no lo lograré.

En León, Ruiz & Stephano hay profesionales que pueden ayudarle y orientarle en este proceso.